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Alcoholicos Anonimos

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Escogi este tema, ya que a causa de mi adiccion al alcohol y las drogas se me dio la oportunidad de conocer y formar parte de estas agrupaciones, asi que tratare de recaudar la mayor informacion que pueda para esta tarea.

Nombre y Apellidos del Autor: 

Arturo Abarca M,

Idioma: 

Español

Nivel Educativo: 

Bachillerato

Area de Conocimiento: 

Tecnología

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Introducción: 

Me gustaria que las demas personas, que aun valoran su vida y quieren salir de esta situacion tengan la oportunidad de hacerlo.

En este caso se me da la oportunidad de informrles algo hacerca de las agrupaciones de Alcoholicos Anonimos como lo habia mencionado ya anteriormente, en este texto podran encontrar que es Alcoholicos Anonimos, los requisitos, cual es nuestro objetivo primordial y muchas otras cosas mas.

Bueno comenzemos:

  • ¿Que es AA?

Es una comunidad de hombres y muejeres que comparten su mutua experiencia, fortaleza y esperanza par resolver su problema comun y ayudar a otros a recuperarse del alcoholismo.

El unico requisito para ser miembro de AA es el deseo de dejar la bebida. Para ser miembro de AA. no se pagan honorarios ni cuotas, nos mantenemos con nuestras propias contribuciones.

Nuestro objetivo primordial es mantenernos sobrios, y a yudar a otros a alcanzar el estado de sobriedad.

  • 12 pasos y las 12 tradiciones

 

Alcohólicos Anónimos se basa para la rehabilitación de los enfermos de alcoholismo en los "Doce Pasos", pues son el corazón del programa de recuperación de Alcohólicos Anónimos, y muchos de los miembros se refieren a ellos como: "los pasos que dimos y que nos condujeron a una nueva vida".

Estos doce pasos no se basan en la teoría, los primeros miembros analizaron juntos lo que habían hecho para lograr y mantener la sobriedad. Los pasos son el resumen de su experiencia y una guía hacia la recuperación espiritual que ahora da resultados a más de dos millones de alcohólicos.

Cuando un alcohólico aplica los "Doce pasos" del programa de recuperación a su vida personal, su desintegración se detiene y su unificación empieza. El poder que ahora lo mantiene integrado en su unidad, sobrepasa aquellas fuerzas que lo habían desgarrado y, para mantener cada uno de estos valores; no solo con uno mismo sino con nuestros compañeros, están "Las doce tradiciones" que son la columna vertebral del programa de rehabilitación.

 

 

  • Lo primero que hemos aprendido acerca del alcoholismo

es que se cuenta entre los problemas más antiguos de la historia humana. Hace muy poco tiempo que hemos empezado a beneficiarnos de nuevas maneras de abordar este problema. Hoy día, por ejemplo, los médicos saben mucho más acerca del alcoholismo que sus predecesores de hace solamente dos generaciones. Están comenzando a definir el problema y a estudiarlo en detalle. Aunque no existe ninguna “definición A.A.” oficial del alcoholismo, la mayoría de nosotros comparte la opinión de que, para nosotros, se puede definir como una compulsión física aparejada a una obsesión mental. Queremos decir que teníamos un pronunciado deseo físico de consumir alcohol en cantidades que sobrepasaban nuestra capacidad para controlarlo, y con desprecio de todos los dictados del sentido común. No solamente tení- amos una insaciable sed de alcohol, sino también nos rendíamos ante esta sed en los momentos más inoportunos. No sabíamos cuándo (ni cómo) dejar de beber. A menudo, no parecía que tuviéramos el suficiente sentido común como para saber cuando no empezar. Como alcohólicos, la dura experiencia nos ha enseñado que la fuerza de voluntad, por sí sola, y por robusta que fuese en otras ocasiones, no nos bastaba para mantenernos sobrios. Intentábamos seguir abstemios por plazos determinados. Hemos hecho promesas solemnes de dejar de beber. Hemos cambiado de marcas y de bebidas. Hemos tratado de beber únicamente durante ciertas horas específicas. Pero ninguno de nuestros esfuerzos surtió efecto. Tarde o temprano, acabábamos siempre emborrachándonos no solamente cuando queríamos mantenernos sobrios, sino también cuando teníamos los más contundentes motivos para estar sobrios. Hemos pasado por períodos de negra desesperación, estando convencidos de que padecíamos de algún trastorno mental. Llegamos a odiarnos a nosotros mismos por desperdiciar nuestros talentos y por la pena que les estábamos causando a nuestras familias y a otras personas. A menudo nos entregábamos a la lástima de nosotros mismos y decíamos que nada nunca nos podría ayudar. Ahora, al recordarlo, podemos sonreír, pero en aquel entonces eran para nosotros experiencias frías y desagradablesLo que hemos aprendido hacerca del alcoholismo

 

  • El alcoholismo como enfermedad

Hoy estamos dispuestos a aceptar la idea de que, en lo que a nosotros nos concierne, el alcoholismo es una enfermedad, una enfermedad progresiva que nunca puede “curarse’ pero, al igual que algunas otras enfermedades, puede ser detenida. Estamos de acuerdo en que padecer de una enfermedad no tiene nada de vergonzoso, con tal que nos enfrentemos al problema honestamente y tratemos de hacer algo para solucionarlo. Estamos perfectamente dispuestos a admitir que somos alérgicos al alcohol y que es simplemente de sentido común el alejarnos de lo que produce nuestra alergia. Ahora comprendemos que una persona, una vez que haya cruzado la frontera invisible entre beber mucho y beber con una obsesión alcohólica, siempre seguirá siendo alcohólica. Que sepamos nosotros, no puede recobrar nunca la capacidad para ser bebedor social o ‘normal.” Tenemos que vivir reconociendo el sencillo hecho de que “una vez alcohólico, alcohólico para siempre.” Hemos aprendido también que hay pocas alternativas para los alcohólicos. Si siguen bebiendo, su problema continuará empeorando progresivamente; parece cierto que están destinados a los barrios bajos, los hospitales, las cárceles u otras instituciones, o a una muerte prematura. La única alternativa es dejar de beber completamente, abstenerse de tomar siquiera la más mínima cantidad de alcohol en cualquier forma. Si están dispuestos a seguir este curso, y a aprovechar la ayuda que les está disponible, una nueva vida puede abrirse para los alcohólicos. En nuestras carreras de bebedores, hubo ocasiones en que estábamos convencidos de que, para controlar la bebida, no teníamos que hacer más que dejar de beber después del segundo trago, o del quinto, o cualquier otro número. Poco a poco logramos darnos cuenta de que no era el quinto ni el décimo ni el vigésimo el que nos emborrachaba, sino el primero. El primer trago era el que nos hacía daño. Con el primer trago nos subíamos en el carrusel. Era el primer trago el que desataba la reacción en cadena del pensamiento alcohólico que nos conducía a beber de manera descontrolada. En A.A. tenemos un refrán que lo expresa: “Para un alcohólico un trago es demasiado y mil no son suficientes.Otra cosa que muchos de nosotros aprendimos durante nuestros días de bebedores fue que la sobriedad forzada no era en general una experiencia agradable. Algunos de nosotros de vez en cuando podíamos mantenernos sobrios durante un plazo de días, de semanas o incluso de años. Pero no disfrutábamos de nuestra sobriedad. Nos sentí- amos como mártires. Nos poníamos irritables, personas con quienes no se podía vivir ni trabajar fácilmente. Nos empeñábamos en esperar la hora en que pudiéramos volver a beber. Ahora que estamos en A.A., tenemos un nuevo punto de vista sobre la sobriedad. Disfrutamos de una sensación de libertad, de ser liberados aun del deseo de beber. Ya que no podemos esperar beber normalmente en ningún tiempo futuro, nos concentramos en vivir una vida plena sin alcohol hoy. No hay nada en absoluto que podamos hacer respecto al día de ayer. Y mañana nunca viene. Hoy es el único día por el que tenemos que preocuparnos. Sabemos por experiencia que aun el “peor” borracho puede pasar veinticuatro horas sin un trago. Puede que tengan que aplazar el próximo trago por una hora, o un minuto—pero descubren que se puede aplazar por algún período de tiempo. Cuando oímos hablar de A.A. por primera vez, nos pareció un milagro que una persona que había sido un bebedor verdaderamente descontrolado, pudiera lograr la clase de sobriedad de la que hablaban los miembros veteranos de A.A. Algunos de nosotros tendíamos a creer que nuestro beber era de algún tipo especial, que nuestras experiencias habían sido “distintas,” que A.A. podía dar resultados para otra gente, pero para nosotros no podría hacer nada. Otros que no sufríamos tan graves heridas por nuestro beber, razonábamos que, aunque A.A. les fuese de mucha ayuda a los borrachos perdidos de los barrios bajos, nosotros probablemente podríamos tratar el problema por nosotros mismos. Nuestra experiencia en A.A. nos ha enseñado dos cosas importantes. En primer lugar, todos los alcohólicos se ven confrontados con los mismos problemas básicos, ya sea que vayan mendigando para poder comprar una cervecita o trabajen como ejecutivos de alguna empresa grande. Ahora sabemos que el programa de A.A. de recuperación da resultados para casi cualquier alcohólico que sinceramente desee que los dé, sin importar cuáles sean sus antecedentes, su procedencia o su costumbre particular de beber.

  • Tomamos una desicion

Todos los que estamos ahora en A.A. tuvimos que tomar una decisión crucial antes de que pudiéramos sentirnos seguros en el nuevo programa de vida sin alcohol. Teníamos que afrontar en forma realista y honesta la verdad respecto a nosotros mismos y a nuestro modo de beber. Tuvimos que admitir que éramos impotentes ante el alcohol. Para algunos de nosotros, esa era la proposición más dura que tuvimos que encarar. No sabíamos mucho del alcoholismo. Teníamos nuestras ideas del significado de la palabra “alcohólico.” La asociábamos íntimamente con el borracho perdido. Creíamos que significaba sin duda una flaqueza de la voluntad, debilidad de carácter. Algunos de nosotros nos resistíamos a dar el paso de admitir que éramos alcohólicos. Otros lo admitimos, pero parcialmente. No obstante, la mayoría de nosotros nos sentimos aliviados al oír explicar que el alcoholísmo era una enfermedad. Pudimos ver lo sensato que era el hacer algo para tratar una enfermedad que amenazaba con destruirnos. Dejamos de intentar engañar a los demás—y a nosotros mismos—con la idea de que podíamos controlar el alcohol mientras que todos los hechos indicaban lo contrario. Desde el principio, nos aseguraron que nadie nos podría decir que éramos alcohólicos. La admisión tenía que salir de nosotros mismos, no de un médico, o de un ministro, o un esposo o una esposa. Tenía que basarse en hechos que nosotros mismos sabíamos. Puede que nuestros amigos comprendieran la naturaleza de nuestro problema, pero éramos nosotros los únicos que podríamos saber con seguridad si nuestra forma de beber era descontrolada. A menudo hacíamos la pregunta: “¿Cómo puedo saber si soy realmente alcohólico?” Se nos decía que no había ninguna forma fija ni segura dedeterminarlo. Sin embargo, nos enteramos de que había ciertas indicaciones reveladoras. Si nos emborrachábamos cuando teníamos todo motivo para mantenernos sobrios, si nuestra forma de beber había empeorado progresivamente, si no nos divertíamos bebiendo tanto como antes— éstos, se nos dijo, podían ser síntomas de la enfermedad que llamamos alcoholismo. Al volver a pensar en nuestras experiencias de beber y en sus consecuencias, la mayoría de nosotros podíamos descubrir más razones para reconocer la verdad respecto a nosotros mismos. Naturalmente, la perspectiva de una vida sin alcohol nos parecía aburrida. Temíamos que nuestros nuevos amigos de A.A. fuesen fastidiosos o, aun peor, evangelistas fanáticos. Nos dimos cuenta de que, en lugar de esto, eran seres humanos, igual que nosotros mismos, pero tenían la virtud especial de comprender nuestro problema de manera compasiva, sin juzgarnos. Empezamos a preguntarnos qué tendríamos que hacer para mantenernos sobrios, cuánto nos costaría integrarnos en A.A., quién dirigiría la organización a nivel local y mundial. Pronto descubrimos que en A.A. no se nos imponía ninguna obligación, que a nadie se le exigía seguir ningún rito formal ni ninguna pauta de vida rígida. Nos explicaron además que A.A. no tiene cuotas ni ho-norarios; los gastos de alquilar la sala de reunión y de comprar literatura y refrescos se cubren con dinero que se recoge pasando la canasta. Pero ni siquiera se requieren contribuciones de esta índole para hacerse miembro. Pronto pudimos ver claramente que A.A. tiene sólo un mínimo de organización y no hay nadie autorizado para dar órdenes. Las disposiciones para las reuniones las hacen los oficiales del grupo, que se turnan regularmente para que otros puedan servir. Este sistema de “rotación” es muy popular en A.A

 

  • Plan de 24 horas

No hacemos promesas solemnes, no decimos que no vamos a beber “nunca.” En lugar de esto, intentamos seguir lo que llamamos en A.A. el “plan de 24 horas.” Nos concentramos en mantenernos sobrios durante estas 24 horas. Sencillamente, tratamos de pasar los días, uno a uno, sin beber. Si sentimos el deseo de beber, ni cedemos ni nos resistimos. Aplazamos tomar este trago por un día, hasta mañana. En lo que concierne al alcohol, tratamos de mantener una forma de pensar honesta y realista. Si nos sentimos tentados a beber—y la tentación normalmente se desvanece después de los primeros meses en A.A.—nos preguntamos si, teniendo en cuenta las consecuencias que hemos experimentado en el pasado a causa de la bebida, este trago que nos estamos proponiendo vale realmente la pena. Tenemos presente que somos perfectamente libres de emborracharnos, si así lo queremos; que la decisión de beber o no beber es exclusivamente nuestra. Y lo más importante, intentamos enfrentarnos con la realidad de que, sea cual sea el tiempo por el que nos hayamos mantenido sin beber, seremos alcohólicos para siempre—y, que sepamos nosotros, los alcohólicos nunca pueden volver a ser bebedores normales o sociales. También seguimos la experiencia de los venturosos “veteranos” en otro aspecto. Normalmente seguimos asistiendo regularmente a las reuniones del grupo de A.A. local, del cual nos hemos hecho

  • Anonimato

Cualquiera que acuda a A.A. puede tener la certeza y la confiabilidad de que su identidad y aonimato siempre estara protegida.

¿Que es AA?

12 pasos y las 12 tradiciones

Lo que hemos aprendido hacerca del alcoholismo

El alcoholismo como enfermedad

Tomamon una desicion

Plan de 24 horas

Anonimato


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